sábado, 30 de abril de 2016

1 mes

Si pudiéramos transitar de manera consciente por nuestros procesos, la libertad sería mucho más accesible.

Ya va un mes de la Luna que me corresponde por nacer un 30 de Marzo de 1988. Cada símbolo, decreto y proyección elaborada por el Sujeto que fui hace un mes se mantiene, deseo invertir mi tiempo en descubrirme, en saber quién soy, en representar un único personaje, coherente, consecuente y activo transformador de las condiciones que lo apresan, las internas y las externas. Los miedos, las rabias, las penas, el sufrimiento inconsciente de frustraciones e incomodidades con el entorno. La consciencia consumista, el dios dinero, la lluvia de gloria y el bienestar material como pilares de una sociedad individualista que nos constituye como masa, maleable y descartable.

Ante esto, acumulo algunos pesares, no he cambiado mis conductas erráticas, ni he influido en la liberación de mi entorno cercano, de hecho, los ato cada vez más fuerte a sus miedos respecto a mi destino, no he sabido callar, solo sigo cayendo. Pero aquí me detengo, resuelvo actuar por amor, ese profundo que enarbolo como bandera para la transformación, aquí respiro y me hincho de optimismo, alimento mi voluntad, de hacerme revolución, de recuperar la producción intelectual, emocional y corporal en mí para los propósitos planteados, emanciparme/nos del yugo de la inmovilidad, de la contrarevolución acomodaticia del que suspira y no se levanta más, del que se deja estar ante un contexto alienante y rumia su propia mierda. 

Alto he dicho, paro mi propia mecanicidad para afrontar lo que viene, el destino que se vislumbra, de lucha e incomodidad, al menos, no ya de repetir el patrón de hijo menor cuya boca siempre tuvo alimento, cuya cama fue siempre la más tibia y acolchada, cuyos sueños estuvieron siempre cobijados por la madre que teme aquel destino imprevisible.

Soy un indómito, un salvaje, un natural. Esta es la personalidad que fortalezco, la de quien sabe que la selva de concreto mata el espíritu, cuyo humo tapa las ansias de liberación y la monotonía amontona dudas y deudas para morir ignorante y traspasar preocupaciones monetarias a generaciones amadas.

Aquí no alcanza mi labia, al notar que mi rol en este grupo es poner todo patas arriba, porque soy la duda, soy la crítica, soy la semilla de libertad en este corazón ataviado por el día a día que esconde la realidad, entre tazas de café y tejidos circulares, con sabor a dolor y preocupación por un futuro que no llega, que no espera. Aquí soy la voz que atropella la comodidad, la mía propia y agradezco que pueda, porque si no conociera el fondo del sillón, la cama de dos plazas, el desayuno-almuerzo-cena y el cine de cada domingo en la niñez, no sabría lo que dejo, lo que me han legado, el privilegio de conocer la cultura del consumo, del esfuerzo y de la alegría familiar por los logros alcanzados. Aquí soy el que he sido y seré, un loco, que empedernido enamorado de la vida, confía en la propia fuerza transformadora, sugiere realidades paralelas y se baña en felicidad eterna de armonía y equilibrio para albergar en su propio pecho la esperanza de la siguiente edad del sol en la tierra.

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