viernes, 17 de diciembre de 2010

Ideas fútiles.

Cuánto hay que aun sin existir me estrangula fuerte el cuerpo, la mente y el alma.

... Desde el cerebro, desciende un rayo fulminante que se detiene en cada nódulo, desde la garganta, por el pecho, hasta el estomago. Entonces todo sigue su curso natural y nada reconfortante. Primero, el sentimiento que se acumula, busca la forma de salir, para ello se hace de todo el lenguaje que habita en mí. El pensamiento, a veces soldado del miedo y la ira, avanza y así mismo se detiene, una y otra vez hasta cumplir con su infructífera labor de comprender al sentimiento. Al no dar con aquello que lo aplaque, la necesidad inicial por auto expresión se torna en extremo potente, inexplicable, inexorable.

... Todo cuanto tengo a mi disposición, y cada momento de libertad, es una nueva oportunidad para transmutar el sentimiento y adaptarlo a nuestro sistema de complejos signos y códigos lingüísticos, que no sirven de nada a mi propósito, si es que existe tal, en la búsqueda del hombre por expresarse y así estudiar lo que realmente es.

... Las palabras mudas, el cuerpo inexpresivo, el alma inerte, los sueños dormidos dentro de una mente que algo trama, sin saber aún su dueño (entre comillas) qué es.

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